Te desmoronas en el sofá y te arrepientes de haber cogido el día de vacaciones, de haber puesto la tele, de los excesos de las Navidades, de las “marcas” que te salen al reír...
Llamas a tu madre:
- ¡Piiiiiiiiiiiiiii, Piiiiiiiiiiiiiiii!
- Dígame.
- ¡Hola mamá!
- ¿Qué pasa hija?
- Te llamo porque me han salido 13 canas y...
- Menuda tontería, bastante has aguantado sin tinte, esto es ley de vida... bla... bla... bla...
Ahora también te arrepientes de haber llamado a tu madre.
Decides salir. “Necesito ir de compras. Salir me vendrá bien...” – Te dices.
Te metes en el metro y empiezas a ver los cartelones de publicidad: ‘Clínica de adelgazamiento Fulanita de tal’, ‘Laser antiarrugas’... ¡El mundo está confabulando contra mí!
Mientras miras las cabezas de la gente sentada en el vagón, y les cuentas las canas, un asiento queda libre. Una niña de unos 15 años de edad, te mira y mira el asiento. Entonces espeta: “Señora, ¿se quiere sentar?”.
“¿Señora?¿Cómo que señora?”- Piensas.
Esa niña con sonrisa “profiden” y su pantalón ajustado, te parece cruel y sin sentimientos. Acaba de hundirte en la miseria. La miras con odio pensando en qué diablos de edad piensa ella que tienes o bien, en que has engordado de nuevo y cree que estás embarazada. Cualquiera de las dos opciones te parece deprimente... y decides sentarte...
Llamas a tu madre:
- ¡Piiiiiiiiiiiiiii, Piiiiiiiiiiiiiiii!
- Dígame.
- ¡Hola mamá!
- ¿Qué pasa hija?
- Te llamo porque me han salido 13 canas y...
- Menuda tontería, bastante has aguantado sin tinte, esto es ley de vida... bla... bla... bla...
Ahora también te arrepientes de haber llamado a tu madre.
Decides salir. “Necesito ir de compras. Salir me vendrá bien...” – Te dices.
Te metes en el metro y empiezas a ver los cartelones de publicidad: ‘Clínica de adelgazamiento Fulanita de tal’, ‘Laser antiarrugas’... ¡El mundo está confabulando contra mí!
Mientras miras las cabezas de la gente sentada en el vagón, y les cuentas las canas, un asiento queda libre. Una niña de unos 15 años de edad, te mira y mira el asiento. Entonces espeta: “Señora, ¿se quiere sentar?”.
“¿Señora?¿Cómo que señora?”- Piensas.
Esa niña con sonrisa “profiden” y su pantalón ajustado, te parece cruel y sin sentimientos. Acaba de hundirte en la miseria. La miras con odio pensando en qué diablos de edad piensa ella que tienes o bien, en que has engordado de nuevo y cree que estás embarazada. Cualquiera de las dos opciones te parece deprimente... y decides sentarte...
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